Después de decirle que lo comprendía noté que se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Tenía miedo de que no lo entendieras... sé que me amás, pero tal vez esto era demasiado para vos. No quería que me culpes por no habértelo dicho antes... iba a hacerlo, creeme que iba a hacerlo, pero no sabía cómo, no quería que reacciones mal y por eso lo fui posponiendo, aún sabiendo que podía ser peor que te enteres así. También quise contártelo cuando me llamaste para vernos hoy, pero qué sé yo... ¿y si me cortabas? ¿Y si me dejabas y no volvía a verte nunca?
- No voy a dejarte por esto, tarado. Te amo más allá de tu cuerpo. ¿No lo sabías?- y lo besé de nuevo, riendo por lo inocente que me parecía su miedo. Estuvimos un largo rato trenzados en el sillón hasta que la calentura fue subiendo de nuevo. Lo que vino después no tengo explicarlo, ¿no? Me sacó la remera, me desabrochó el corpiño... y esto sí tengo que contarlo. Le bajé el bóxer y vi cómo una media rodaba hacia el piso. Seguí con la mirada su recorrido, la vi detenerse junto a la mesita de luz y entonces, confundida, volví a mirarlo. No tenía pija. Era mujer.
* Ginecomastía: enfermedad de los hombres consistente en el agrandamiento de las glándulas mamarias.
O.O ya veo de lo que hablabas... y luego que pasoo
ResponderEliminarAy, ya te lo voy a estar contando :)
EliminarUn equivoco que parece que te llevo a una historia muy hermosa. Estaré atento a tus siguientes entradas.
ResponderEliminarBueno, nuestras dos historias se parecen un poquito, ¿no creés? :) Yo también ando atenta a las tuyas, me gusta leerte.
EliminarSaludos!