viernes, 2 de octubre de 2015

Capítulo IV: Rememorando

Re-pensar mi historia para plasmarla acá me lleva, indefectiblemente, a revolver más y más atrás en el pasado.
Es loco porque nunca en mi vida había pensado en una mujer como objeto de deseo, a pesar de que una está acostumbrada a ver minas en pelotas en esta sociedad hipersexualizada y a que la bombardeen con mensajes de que la belleza femenina es deseable para todos. Los medios de comunicación te lesbianizan un poquito. Ves todas esas cosas que en otras generaciones solo estaban destinadas a la intimidad de los hombres heterosexuales. Y te habituás; ya no te da asco ver a dos minas toqueteándose en una revista, lo cual, en cierta forma, expande tus límites. Pero de ahí a ver a una chica y sentir la necesidad de besarla o tocarla como te gustaría que te toque un chico hay un abismo de distancia. Nunca me imaginé en un sillón con una mujer desnuda enfrente mío. Era algo que simplemente no cabía en mi cabeza.
De todas maneras, a veces pienso si lo que realmente expandió mis límites para que luego del episodio del sillón pasara lo que pasó (y que pienso contar próximamente, porque todo en una entrada no cabe) no fue el suceso del aula de música.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho tu blog! Quiero saber que pasó con Kevin, estoy re enganchada.
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu interés, Liara! Me hace muy feliz saber que mi vida por lo menos sirve para entretener a alguien.
      El viernes publico otra entrada donde cuento por qué creo que lo de la sala de música tiene relación con lo que pasó con Kevin después de la escena del sillón y te despejo todas las dudas. Espero que puedas darte una vuelta :)
      Saludos.

      Eliminar

Expresate tranqui.